Ya han pasado varias semanas desde que nos tomamos una pausa del 2016 y nos fuimos de vacaciones.
Todo comenzó a raiz de que tu mami se puso de acuerdo con unas amigas para reunirse todas en Ecuador con motivo de celebrar su amistad y conocer nuevos lugares. Fue así como compró su pasaje y su viaje ya tenía fecha latente.
Por nuestro lado yo había pensado en no hacer nada fuera de lo normal, a lo más acomodar mis horarios de trabajo para que pudiéramos estar lo más cercanos posibles dentro de las responsabilidades y deberes que tenemos en el día a día… y así pensando en esa organización me encontré pensando «¿ Por qué no irnos de vacaciones nosotros también ?» y claro, tenía sentido hacer algo mientras tu mamá hacía sus cosas. Y como para nosotros no existen desafíos pequeños sacamos pasajes para ir a Buenos Aires, Argentina.
Así empezamos a prepararnos, primero comprando los pasajes en avión, consiguiendo los permisos notariales para poder salir solos del país, arrendar un departamento, avisar a algunos amigos y por sobre todo buscando panoramas qué hacer estando allá.
Y si hicimos muchas de las cosas que teníamos en mente, claro que nos faltaron algunas, pero seguramente la vida nos dará la oportunidad de ir nuevamente por esas tierras (esta vez tu mamá no se querrá quedar fuera).
Escribiré acá algunos detalles para que nos queden grabados en esos días en que repasaremos nuestros viajes.
Día 1
Ya con nuestro equipaje listo nos pusimos a esperar el radio-taxi que nos llevaría al aeropuerto de Santiago. Llegamos en hora o incluso un poco temprano. Después de darnos algunas vueltas de rigor pasamos la parte de policía internacional para ir a la sala de embarque. Yo estaba algo nervioso porque como recién comenzaba esta aventura mis miedos aparecían muy fuerte, por sobre todo el miedo a que este viaje no terminara siendo un lindo recuerdo. Pero nada, tu buena voluntad en el viaje hizo que todo fuera fluyendo a nuestro favor, incluso cuando no encontrábamos la puerta correcta para entrar al avión lo que casi provoca nos quedáramos abajo del vuelo.
Ya en Buenos Aires después de un viaje tranquilo, me encuentro que en el paso de la Policía me indican «señor, debe esperar un poco acá, el sistema marcó algo pendiente….». Así pasaron 30 minutos, sin que nos dieran ninguna noticia y tu ya empezabas a conversar con los amigos trasandinos (amiga en este caso). Finalmente nos dijeron que podíamos continuar, sin ni siquiera decirnos qué pasó.
Bueno, ya era todo, ahora a buscar el taxi que nos estaba esperando para irnos al departamento que arrendamos, pero ni la sombra de aquel taxi… para no caer en sustos ni nada tomé un Remis (algo así como los radio taxis de Chile) y nos fuimos rumbo al departamento en pleno Palermo. Al llegar menos mal no esperaba la gente de la agencia y de un momento a otro ya estábamos cenando en un restaurante de barrio en el cual solíamos ir con tu mamá a cenar o ver los partidos de fútbol.
… La noche se hizo y había que descansar, ya al otro día las aventuras comenzaban temprano y era necesario para ambos renovar energías.
Día 2
Sábado por la mañana en la ciudad de Buenos Aires. Despertamos a una hora prudente, ni temprano ni tarde. Si bien tenía yo en mente un montón de cosas que quería hacer, ya estando de viaje me entregué a nuestros tiempos y ganas de moverse. Fue así como salimos como primera salida a conseguir recargar mi tarjeta para el transporte público y conseguir desayuno.
El barrio que elegimos estaba preparado para eso y más, después de dos cuadras ya estábamos dentro de una panadería llena de facturas para nuestro esperado desayuno. Las medias lunas no te parecieron (sigo sin entender cómo no quisiste comer si son tan ricas recién hechas!) pero en cambio conseguimos un par de facturas, unas como tiritas que tenían como sal, no están MUY buenas, pero al parecer a ti te gustaron mucho.
Tomamos el metro para ir al centro, yo quería pasar por las casas de cambio (legales) del centro para poder cambiar desde dólares a plata argentina. Esperamos mucho rato, tanto que jugando decidiste que lo mejor era repartirle vitamina C a cada una de las personas que estaban en nuestra fila. La gente nos miraba, algunos con alegría y otros con recelo… ¿Podía ser real tanto amor que proyectamos estando juntos? nosotros sabemos perfectamente que si, pero al parecer no todos.
Como te había prometido a la ida, pasamos a unos juegos electrónicos que se mueven. Típicos juegos mecánicos para niños que se accionan con una moneda (con una tarjeta de pago en el caso de estos)… después de un rato ya avanzamos.
Y avazamos a uno de los lugares icónicos de la ciudad, de esas postales obligadas que hay en la cámara de cada viajero que va por esos lados. Habíamos hecho en casa una previa grande para juntar tu entusiasmo y acá estabamos, entrando desde calle Corrientes estaba ante nosotros el Obelisco. Y era como en las fotos, esta gran estructura de cemento y fierro que está justo en uno de los cruces más importantes de Sudamérica.
No puedo dejar de mencionar que en un arreglo de plantas con las letras BA que da a los viajeros un contexto y foto perfecta, una niña de unos 7 o 10 años estaba durmiendo. Mucha gente vive en las calles en Buenos Aires, pero esta era una niña, así de triste e igualmente real. Tu pregunta directa y concreta no se hizo esperar cuando te diste cuenta de ella – Qué hace durmiendo ahí esa niña ?… Papá ! está en el suelo, se tiene que levantar…- Tenías toda la razón amada mía, los niños ni las personas no deberían tener que vivir en las calles, pero es una triste realidad que no se como arreglar, ni menos explicar. Sólo destaco en esta oportunidad lo empática que siendo niña ya eres.
Después de jugar un rato entre fotos, saltos y risas salimos en rumbo de conseguir una caricatura de Mafalda. Las librerías de la calle Corrientes estaban muy cerca, así que caminamos escuchando los truenos que anunciaban una lluvia de estas de tormenta comunes en Buenos Aires. Dos cuadras y el diluvio nos caía encima. Nos refugiamos en una librería, conseguimos un par de libros para que jugaras y además nuestro tesoro de Mafalda, era la previa para posteriormente conseguir una foto en la banca que está en San Telmo.
La lluvia no daba tregua y así como la idea de ir a otras partes también se inundaba. Fuimos a una pizzería tradicional llamada Güerrín. Yo pedí un par trozos de muzzarella y para ti pedí una empanada de pollo. Hasta ese momento sólo habías querido comer los cachitos de las empanadas, pero esta fue tu primera completa para ti. Agradezco un montón que hayas comido y por sobre todo acompañado.
Como llovía tanto tomamos nuevamente el metro, esta vez hasta la estación Carlos Gardel y fuimos al Museo de los Niños, una especie de parque temático con juegos y cosas de la vida cotidiana… solo para niños. Acá pasamos varias horas, jugando con todo, disfrutando a concho… pero como todo tiene final, incluso las cosas entretenidas, fuimos al Patio de Comidas del centro comercial a «almorzar» y luego caiste dormida profundamente en tu coche.
Yo tenía ganas en el viaje de comprarte algo de ropa, tu durmiendo tomamos el metro nuevamente para ir al barrio de Belgrano, donde yo sabía habían varias tiendas de ropa. Al llegar ya habías despertado, asi que pudiste con toda calma elegir tu misma qué ropa nos íbamos a llevar desde nuestro viaje…
Comenzaba a terminar el día y comenzaban también las ganas de darnos un baño, cenar y dormir… que al otro día era domingo y había que seguir conociendo, riendo y aprendiendo cosas nuevas.
Día 3
Un nuevo día que enfrentar, ya hemos pasado un par de días y debo reconocer que algo cansado estoy, pero contento. La leche con chocolate, tal y como habíamos presupuestado, no te gustaba mucho. Tuvimos algunos encuentros de opinión si tenías que tomarla o no, pero al menos estás tomando algo. Igual pasamos a la panadería para conseguir unas facturas y de ahí al metro.
La idea era ir a andar en algún catamarán por las calles/rios de Tigre. Así que prontamente estábamos en la estación de Retiro, todo listo para subir al tren y «Papi, quiero cagar». En el papel suena fácil, pero un baño de estación de tren… uf, es todo un desafío a la higiene. Pero no importaba, yo estaba preparado… NO ! no tenía papel !… que problema, pero no había mucho que hacer, teníamos que salir del paso y eso era justamente lo que íbamos a hacer. Me saqué un calcetín y cuando estabas ya sobre mis brazos frente a la tasa del baño, me diste alivio al contarme que «Era sólo pipi».
Después de tirarnos un Completo (o Pancho como les llaman por allá) nos subimos al tren y nos fuimos mucho rato entre cantos y relatos para mantenerte contenta. Ya al llegar fuimos a buscar ese paseo, hacía mucho calor, pero con mucho viento. Así que no era tanto tampoco. Tuvimos que esperar un poco más de lo necesario, porque no estuve lo suficientemente atento al Catamarán que deberíamos subir. Bueno, después de un rato igual lo hicimos y empezamos a recorrer ese barrio por el Rio. Tu entusiasmo era mucho, yo también muy contento por lo mismo, ahora bien, el aire de río parece que te arrebató un poco y te pusiste a dormir <3.
La siesta estuvo muy larga, incluso después de acabado el paseo seguiste durmiendo! Durmiendo en el tren y cuando salimos de vuelta en Buenos Aires a la estación. Nuestro destino ahora era ir al Barrio de Recoleta y como estabas durmiendo en el coche me dije, por qué no caminar ?
Caminé durante aproximadamente una hora y llegamos a Recoleta, ahí buscábamos la Feria de Recoleta (por unos aros de Rodocrosita) e ir a visitar el Museo Prohibido No Tocar. Si bien es cierto el museo es entretenido, no era tan bueno como yo hubiera esperado. Muy parecido al Museo Interactivo Mirador, pero un poco más chico. De igual forma lo pasaste bien y según lo que pude ver lo disfrutaste.
Ya a estas alturas se iba cerrando la tarde y nos dió hambre a los dos, menos mal ahí mismo teníamos comida rápida a la mano. Una Cajita Feliz de McDonalds. Yo se que no es de lo más sano que hay, pero estábamos de vacaciones… no había mucha discusión. A ti te gustaban por ese entonces mucho los Nuggets de pollo y las papas fritas, así que nada podría fallar. Sólo quedaba caminar y eso hicimos. Volvimos al departamento después de caminar otra hora. Tu te portaste como una reina, sentada siempre y a lo más pidiéndome de regalo alguna cosa en el camino. Yo muy enamorado de tí, no cabía más de mi orgullo de estar teniendo un viaje de esas características con mi hermosa hija.
Día 4
Ya es lunes y el fin de semana se ha ido. Dentro de lo proyectado hoy nos tocaba ir al Zoológico de Luján, un predio a unos 60 kilómetros de Buenos Aires hacia el oeste. El día estaba soleado y yo por no haber sido lo suficientemente previsor, tenía aún que cambiar dólares a pesos argentinos… era cosa de tomar la micro.
Pero… día feriado en Buenos Aires, imposible encontrar «algo» abierto. Ni siquiera las cuevas o cambio de monedas ilegal funcionan. Y este era mi escenario. Tenía que llegar a un lugar, donde no sabía bien como hacerlo, sin dinero en moneda de ese país y sin querer defraudarte. Asi que después de buscar un baño desesperadamente por Plaza Italia pensé y me quedó claro que sólo debíamos seguir hacia adelante. Y así subí a una micro desconocida, sin saber dónde tenía que bajarme y tampoco si la plata que llevaba nos iban a servir de algo.
Tu caiste dormida a las pocas cuadras, yo intentaba preguntar a la gente que subía para que me guiara y me avisara cuando bajar… nadie me pescaba hija ! yo para serte sincero estaba muy nervioso. Cómo no había planificado mejor esto !? (miles y miles de pensamientos negativos, retándome internamente y pasándola muy mal), en cambio, tu tranquilita en ese asiento, tapada para que el aire acondicionado no te diera mucho frío… pero de pronto… el chofer grita diciendo «Zoológico de Luján». Ahí era, era justamente el lugar donde queríamos llegar.
Bajamos de la micro, en plena carretera, y ni señales del Zoológico. O sea que onda !? hora y media arriba de la micro y quedamos al medio de la nada. De fondo tu dulce voz preguntándome dónde estaban los animales y la Llama… no pude aguantar más y me puse a caminar, hasta que de pronto apareció frente a mi un vivero y ya esperando los 4 kilómetros que tenía que caminar para llegar, me dice muy amablemente el caballero, que tenía solamente que cruzar la carretera por el paso bajo nivel y ya habré llegado.
Dejé mis miedos de lado y ya estábamos ahí, donde nos recibieron efectivamente los dólares y no había ningún problema para entrar… lo habíamos logrado !
Dentro del zoológico todo era algo nuevo y novedoso. El zoo de luján así como otros zoológicos no tiene la mejor fama de cuidar los animales. Si bien es cierto están algunos al aire libre, hay otro que no tienen suficiente espacio. Si bien se puede compartir con los gatos grandes (tigres y leones) estos parecen adormecidos o están de alguna forma forzados a estar acostumbrados a los humanos. Ya entenderás que no es tan simple, hay ciertos animales que necesitan su espacio natural, necesitan cazar, necesitan pasar hambre… necesitan ser libres.
Independiente de lo que yo pueda opinar en lo personal de los zoológicos, fue muy rico compartir esa aventura contigo. Nos pasamos la tarde entre el elefante, los cachorros de tigre, los ciervos, las llamas y los monos, compartiendo y alimentando a cabritas, conejos e incluso uno que otro perro, gansos, patos y pájaros.
Luego de pasar varias horas, pensé que era hora de partir. Nos teníamos que subir nuevamente a una micro desconocida, sin saber de entrada si tenía suficiente saldo para pagar. Así fue como estábamos en el paradero de la micro y llega una. Yo sin pensarlo mucho me subí, te ubiqué en un asiento y nos fuimos a micro llena de vuelta a Buenos Aires. Este colectivo (como nombran a las micros allá) no era exactamente de el que nos fuimos, llegaba de vuelta a la plaza Once, uno de los lugares más populares de CABA. No nos importó, ahora teníamos en el horizonte una nueva meta: ir a conocer la Flor metálica.
Llegamos a Once y tomamos el metro hasta Palermo / Recoleta (estación Puyrredon) y caminamos un par de cuadras para llegar a la flor. Ambos estuvimos muy contentos de haberla encontrado, de lo grande que era y nos sacamos muchas fotos. Otro ticket en nuestro recorrido cumplido perfectamente. Conocíamos algo que habíamos visto en fotos, eran tan grande como en las fotos. «Papá, la flor es MUY grande». Recorrimos todo el parque con la alegría de estar ahí, yo por mi parte muy contento de que algo tan simple, pero tan simbólico te gustara tanto. Momentos como ese justifican cada uno por su propio lado lo acertado que fue poder tener estas vacaciones juntos. Lo haría sin dudarlo mil veces más.
Ya que el sol se estaba escondiendo y lo recorrido emprendimos nuevamente camino a casa. No quise tomar micro ni metro, sólo quería caminar contigo un rato, bueno algunos caminando y otros sentados en el coche ;)
Llegamos a casa, cenamos, vimos un ratito de televisión después del baño de ambos y nos dispusimos a dormir, ya que al otro día, la aventura continuaba, tratando de hacer las cosas que los otros días dado lo concentrado no nos habían permitido.
Día 5
Y amanece un nuevo día y ya en lo personal comienzo a mostrar signos de cansancio. Me costó levantarme, tanto así que quedé igual de cansado (pero limpio) incluso después de terminar la ducha.
Dentro de las personas que conocimos en Buenos Aires el tiempo en que vivimos con tu mamá allá, de los más destacados estaba Piero Vigna. Una persona de bien, que nos recibió en esta ciudad (tenía un hostel en ese tiempo), siempre nos trató con mucho cariño y nos enseño mucho de la dinámica de los argentinos (además de enseñarme mucho de futbol). En la fecha en que fuimos nosotros, administraba un café en el centro de Buenos Aires. Habiamos quedado hace unos días en ir a tomar de un café para ir a verlo y regalarle un vino que traíamos de regalo para él.
Llegamos cerca de las 11am y prontamente te apoderaste del espacio. Nos acompañaste conversando un rato y te agradezco mucho por eso. Hacía mucho que no hablaba con Piero y disfruté mucho de su compañía. Él nos dió las indicaciones para llegar a pie desde el café al barrio de San Telmo, donde nos esperaba una nueva conocida… una tal Mafalda.
En el camino pasamos por la Plaza de Mayo, una plaza que está frente al Palacio de gobierno de Argentina, como la vida es curiosa estuvimos en la celebración de Argentina como Campeón de la Copa Davis 2016, mientras nosotros nos hacíamos una foto, de fondo se escuchaba la gente vitorear al equipo nacional de tenis: yo por mi lado, te escuchaba con el corazón lleno de orgullo tu pregunta de: «¿ Está jugando la U ?» ya que era sólo en esa instancia que escuchabas a la gente gritar de a miles.
Seguimos nuestro camino. Y es que esperábamos encontrar a Mafalda en la esquina de Chile y Defensa, donde en una banca hay una pequeña estatua. Tu estabas tan feliz hija mía, si era casi de tu porte ! La abrazabas le dabas besos y le contabas que tu eras su amiga. Dentro de lo hermoso de tu inocencia me decías que ella no te quería hablar, pero que igual tu la querías. Que querías presentársela a tu mamá y muchas fotos. Yo por mi lado, me alegré mucho por verte feliz. Es como si cada esfuerzo hecho por haber ido solos a la capital de Argentina hubiera valido la pena tan solo por ese momento.
Después de ese momento (que en realidad fueron como 40 minutos frente a la banca de Mafalda) nos fuimos a casa y vivimos lo que recuerdo como el único episodio de maña que hiciste. Discutimos por una tontera, debo reconocer que yo también estaba cansado y te reté un poco. Pero nada que no pudiéramos solucionar e después irnos a casa a descansar un poco.
Estuvimos la tarde en el departamento, nos faltaba un poco de ocio y en tu caso de ver tele. No me hice mucho atado con eso de la televisión, porque estábamos de vacaciones y te lo habías ganado.
Día 6
Ya nos tocó volver. Volver a nuestro país y a las rutinas, yo quedé exhausto, pero muy feliz de haber compartido nuestro primer viaje juntos y solos. Te portaste como una reina, volvería a ir contigo a cualquier lugar del mundo.
Algunas fotos